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Marruecos en estado puro: viaje al alma del reino

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Marruecos es un país de contrastes, amplio legado histórico y paisajes únicos. Descubre sus deslumbrantes ciudades imperiales, así como la gran variedad de escapadas naturales que ofrece al visitante, las experiencias al aire libre y su deliciosa gastronomía. ¡Sigue leyendo!

Ciudades imperiales: Marrakech, Rabat, Fez y Meknes

Medersa al Attarine, Fez

Medersa al Attarine, Fez

Marrakech, conocida como la “ciudad roja”, alberga una medina única -declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- en la que podrás conocer la verdadera esencia marroquí entre zocos, callejuelas y riads. Algunas visitas indispensables son la plaza Jemaa El-Fna, con una amplia oferta gastronómica; la mezquita Koutoubia, la más relevante de la ciudad; los jardines de la Menara, un gran espacio verde; o los barrios de Guéliz e Hivernage, repletos de tiendas y con una animada vida nocturna.

Por su parte, Rabat, capital del reino, combina a la perfección modernidad y tradición. No puedes perderte la visita a la Torre Hassan, el Mausoleo Mohamed V y la Kasbah des Oudayas, una fortificación de murallas que componen la antigua alcazaba de la ciudad. Descubre también sus playas, los Jardines Andaluces o festivales internacionales que acoge la ciudad como Mawazine.

Viajar a Fez es como viajar al pasado. Esta ciudad representa la capital espiritual del país, donde habita una de las medinas más grandes y antiguas del mundo, cuyo punto de entrada es la emblemática puerta de Bab Boujloud. Recorrer sus callejuelas te hará descubrir un laberinto lleno de historia, con hermosas mezquitas y cientos de puestos artesanales.

Para finalizar, Meknes es la cuarta ciudad imperial de Marruecos. Bab Mansour, la puerta de entrada a la ciudad, es la más grande del país y ha sido reconocida como Patrimonio Mundial de la UNESCO, así como su medina. La Plaza el-Hedim y el Mausoleo de Mulay Ismail son dos spots imperdibles.

Escapadas naturales muy diversas

Oasis de Fint / Valle del Draa

Oasis de Fint / Valle del Draa

Las ciudades de Ouarzazate, Zagora y Tinghir, al sur de Marruecos, conforman un territorio digno de admirar justo a las puertas del desierto. Estos destinos albergan icónicos palmerales como los de Skoura y Draa, grandes dunas como las de Chegaga, oasis inesperados como el de Fint o lagos en mitad del árido paisaje como Mansour Eddahbi. Dos zonas imprescindibles para realizar caminatas con guías expertos son las gargantas del Dades o el Parque Nacional Iriqui. ¡No te las pierdas!

Los amantes de la naturaleza deben visitar la región de Azilal, en el Alto Atlas. Aquí habitan las maravillosas cascadas de Ouzoud, el valle de Aït Bouguemez o el lago Bin El Ouidane, tres destinos ideales para los aficionados al ecoturismo. Asimismo, la ciudad de Chefchaouen te seducirá con sus paisajes montañosos y la tranquilidad de sus parques naturales repletos de senderos y cascadas.

Por su parte, la ciudad de Taroudant es un excelente punto de partida para realizar excursiones en montañas y valles, así como Tioute sorprende con su enorme palmeral y kasbah. Y no podemos dejar de mencionar a Essaouira, en la costa atlántica, donde existe una gran diversidad natural con bosques de argán, dunas y playas salvajes.

Y por último no podemos dejar de mencionar Merzouga, una de las zonas desérticas más emblemáticas y extensas de Marruecos. Sus dunas pueden alcanzar los 150 metros de altura.

Sabores tradicionales y cultura

Chebakia

Chebakia

La cocina marroquí destaca por su gran variedad de sabores, aromas y colores, convirtiéndose en un claro reflejo de su rico y diverso legado histórico. Algunos de los destinos culinarios imperdibles son Marrakech, Fez, Agadir y Rabat, con más de 15 restaurantes incluidos entre los 1.000 mejores del mundo según “La Liste”.

El couscous, hecho a base de sémola de trigo es un elemento clave del recetario marroquí. Algunos de los platos más emblemáticos son el tajine, un guiso cocinado a fuego lento en una olla de barro; la harira, una sopa tradicional; o el mechoui, carne asada con especias. El zaâlouk de berenjena, la tektouta de pimientos y tomates o los briouates rellenos de carne son tres entrantes ideales para abrir el apetito.

Los dulces son un elemento fundamental del recetario marroquí, siendo la chebakia -una masa de harina frita bañada en miel- el dulce más popular. No te vayas sin degustar los cuernos de gacela, elaborados a partir de almendras molidas, o las ghriba, deliciosas galletas de mantequilla.

Actividades deportivas

Dunas de Erg Chebbi, Merzouga

Dunas de Erg Chebbi, Merzouga

Los amantes del deporte están de suerte, Marruecos alberga una rica y variada oferta de actividades al aire libre. La ciudad de Casablanca destaca por sus campos de golf de renombre, así como por su amplia gama de actividades acuáticas: surf, windsurf, buceo o pesca deportiva. Essaouira y Dakhla son otros dos destinos ideales para disfrutar de la costa y todas sus posibilidades de aventura.

En contraposición, los que prefieren adentrarse en la exuberante vegetación del reino tienen que visitar la región de Ouarzazate, Zagora y Tinghir, donde podrán practicar senderismo, ciclismo de montaña, trekking e incluso disfrutar de las dunas con deportes de motor.

Merzouga también permite disfrutar del desierto en todo su esplendor, especialmente las dunas de Erg Chebbi, donde los visitantes pueden practicar sandboard o explorar cuevas y gargantas en quad.

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